Alpe D´Huez, la cima que coronó a Perico Delgado en el 88

Pedro 'Perico' Delgado, vencedor del Tour de Francia'88 (Foto: EFE).Foto: EFE
  • Delgado define su relación con el Tour de "amor-odio" ya que se rompió la clavícula, enfermó y su madre falleció en la edición del 86.
  • El segoviano lamenta que se haya perdido cierta naturalidad en el ciclismo actual.
  • En el 88, Perico no ganó en Alpe D´Huez pero consiguió el maillot amarillo que le coronó en París.

El Tour de Francia llega este jueves a una de sus cimas más legendarias, el Alpe D’Huez, donde todo aquel que gana, dice la leyenda, llega de amarillo a París. La máxima no siempre se cumple, pero acertó hace 30 años, cuando un 14 de julio la fiesta no fue francesa, sino española. Pedro Delgado no ganó, el triunfo fue para el holandés Steven Rooks, pero el segoviano se puso líder. Ya hasta París.

Un liderato que, no sin incertidumbre, se iba a convertir en una especie de renacimiento del ciclismo español, que no vivía semejante hazaña desde el Tour de Luis Ocaña en 1973. Un triunfo que liberó a Delgado, quien aún recuerda su relación amor-odio con el Tour. Sus peripecias e incertidumbres, siempre capaz de todo, le valieron para tener pendiente a todo un país a la hora de la siesta estival.

PERICO Y EL TOUR

«Mi relación con el Tour era de amor-odio. En el 83, supe que podía ganarlo. Al año siguiente, me rompí la clavícula. En el 85, me puse enfermo. En el 86, falleció mi madre y me tuve que ir, totalmente abatido. Luego, en el 87, ganó Roche. Pero en el 88…», recuerda el mítico corredor de Reynolds.

Era fiesta nacional francesa, duodécima etapa entre Morzine y Alpe D’Huez, de 227 kilómetros. Como aperitivo La Madelaine, el Glandón antes de las 21 curvas que culminan a 1.850 metros. Delgado llegó fuerte a la cita, pero admite que había gente que confiaba más que él mismo en «armar el lío», como por ejemplo Ángel Arroyo. «Arroyo fue quien desató el zafarrancho de combate. Hubo ataques desde el principio y nos miraba con odio. Salimos desde Morzine y yo tenía muy buenas sensaciones. Y enseguida vimos que había gente importante que se descolgaba como Mottet, Jean François Bernard o Zimmermann», rememora el ahora comentarista de RTVE.

Perico Delgado con La Guía del Ciclismo (Foto: La Guía del Ciclismo Manuel González)

El ritmo fue tan brutal que el pelotón pidió tregua al equipo Reynolds. «Por favor, paren de atacar». Pero en La Madeleine se formó la mundial. Arroyo se desató: «Vamos, Perico, la gente va muerta, la tenemos que líar». Perico puso a tirar a Miguel Induráin en la bajada y el ritmo del navarro terminó de destrozar la carrera. Se dice que el pelotón ese día no pudo ni comer. Induráin siguió a ritmo, y con la bolsa de la comida intacta se fue en busca del Glandon.

El entonces gregario Miguel Induráin reventó y pasó al relevo Rodríguez Magro, quien volvió a hacer estragos. Luego pasó al frente el colombiano Omar Hernández y a tres kilómetros de la cima atacó Delgado.

Se pegó a su rueda el holandés Steven Rooks, con quien hizo toda la subida al Alpe D’Huez hasta que fueron alcanzados a 4 kilómetros de la cima por los colombianos Fabio Parra y Lucho Herrera y el holandés Gert-Jan Theunisse. A pocos metros de meta, Rooks arrancó y batió al español, que entro con Theunisse, un poco antes que Parra, a quien pudo aventajar en algunos segundos en la general.

MAILLOT AMARILLO HASTA PARÍS

Delgado, nuevo líder, llegó a París de amarillo, no sin antes vivir momentos desesperantes por aquel positivo anunciado por Probenedic. «Fue una situación muy dura, aunque se demostró mi inocencia y que corrí legalmente según las normas de entonces. Con las normas actuales me tenían que haber echado de la carrera», reconoce ‘Perico’.

No obstante, el segoviano consiguió un triunfo que para él supuso «una liberación» después de varios intentos y de quedarse cerca del objetivo.

Treinta años después, Delgado aún se emociona al recordar el Alpe D’Huez y aquella hazaña de finales de los 80: «Me hace una ilusión especial recordarlo, fue mi momento cumbre, 30 años no son nada, muchos no habían nacido. El ciclismo ha cambiado mucho, pero la emoción aún me llega muy a menudo».

NUEVOS TIEMPOS

El uso del casco, o de los «pinganillos» y el sentido táctico son algunos de los cambios apreciables de la época de Delgado a la actual: «Ahora hay miedo al error y los directores arriesgan menos, el corredor está más controlado, todo pasa por el pinganillo, no hay margen para el error. Antes no había ese tipo de comunicación y se producían errores, como por ejemplo llegar tarde a una contrarreloj. El espectáculo ha salido perdiendo», dice el ganador del 88.

Delgado, quien recibió el consejo de su padre de no dedicarse al ciclismo porque no le veía a su hijo futuro con la bicicleta, comenta respecto a la forma actual de correr que «antes era impensable atacar a 600 metros de meta. «Ahora, domina un equipo, actualmente el Sky, y nadie ataca de lejos. Hay miedo«. De momento, el Tour no le está llevando la contraria.

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