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Maximiliano Contreras, la vida de un campesino que soñó con ser ciclista

Hoy conocemos la historia de un campesino mexicano que ha hecho del ciclismo su pasión y vocación.  Maximiliano Contreras Alcántara.
  • Maximiliano Contreras ocupó el pasado 18 de marzo el segundo lugar en la Sky Challenge Bike, con una ascendencia de más de 2100 metros durante más de 30 kilómetros.
  • Lo hizo con una bicicleta marca de unos 30 kilos de peso, sin amortiguadores en la que empleó 3:30 para recorrer la prueba.
  • Maximiliano ganó por esa competencia un cheque de 500 pesos (26 dólares).

Hoy conocemos la historia de un campesino mexicano que ha hecho del ciclismo su pasión y vocación.  Maximiliano Contreras Alcántara, que vive sobre ruedas desde 1979, ha demostrando que con voluntad y pasión se pueden lograr aquellos éxitos que te propones en la vida. Participa en carreras de alto nivel con una bicicleta que él mismo fabricó, con la que quedó segundo este año en la Sky Challenge Bike, una de las pruebas más difíciles de México.

Compite desde el 20 de noviembre de 1979. Ese día, participó por primera vez en una carrera ciclista con su hermano, el inicio de una vida sobre ruedas. «Ganamos el primer lugar, ahí arrancamos» señala  su hermano José Trinidad Contreras. Desde entonces ambos han enfrentado a profesionales de talla internacional en competencias de hasta 30 kilómetros por travesía de montaña con varios primeros puestos en el ránking.

A pesar de los triunfos, la humildad y la sencillez siguen siendo la carta de presentación de Maximiliano, con cuatro hijos y tres nietos. Es originario de Ciudad Serdán, un municipio mexicano del centro de México perteneciente al estado de Puebla. A sus 57 años, Maximiliano Contreras ocupó el pasado 18 de marzo el segundo lugar en la Sky Challenge Bike, con una ascendencia de más de 2100 metros durante más de 30 kilómetros.

UNA BICI DE 30 KILOS DE PESO

Lo hizo con una bicicleta de unos 30 kilos de peso, sin amortiguadores en la que empleó 3 horas y 30 minutos para recorrer 30 kilómetros. Comenzó a pedalear a 2.500 metros sobre el nivel del mar y no paró hasta la meta, a una altura de 4.600. Durante la entrevista, Maximiliano Contreras señalaba que sus compañeros lo miraban con asombro desde el inicio de la competencia. «Llevé un pans, una playera y encima una camisa y mi casco: No tengo equipo especial» confiesa.

Ante el asombro de ciclistas de Francia y Europa, Maximiliano ganó el segundo lugar. «Se acercó uno, vio la bicicleta y me dijo: usted está loco». Desde niño ha trabajado en el campo como productor de maíz, frijol y alverjón. La primera bicicleta la tuvo a sus 14 años. Tras usarla su padre y el resto de sus hermanos llegó a sus manos y comenzó a andar en ella como un pasatiempo.

El trabajo en el campo lo compagina con el entrenamiento, uno que él mismo diseña y consiste en salir con su bicicleta por los campos durante horas. Nada de gimnasio, dieta, especialistas en nutrición ni entrenadores personales. Nada de eso está a su alcance, el campo les permite vivir al día. «Como productores no se gana bien, pero alcanza para sobrevivir» confiesa su hermano José.

CAMINOS EMPEDRADOS

Los caminos empedrados rodeados de cultivo son las pistas por las que Maximiliano y su hermano se preparan para competencias internacionales. «Salimos al campo varias veces, para agarrar condición» cuenta. Durante los recorridos comprueban el estado de la bicicleta y ellos mismos la reparan o sustituyen piezas para dejarla «al cien». «Yo mismo entreno, por experiencia sé cómo, entreno a mi manera» confiesa Maximiliano.

A lo largo de su vida Maximiliano ha tenido tres bicicletas; todas de segunda mano. La que utiliza ahora y con la que ganó la última carrera es resultado de años de trabajo y esfuerzo. «Compré el cuadro y la fui armando por partes: el asiento, una rodada, estrella, frenos. Hasta la manija es una y una» comenta. Maximiliano ganó por esa competencia un cheque de 500 pesos (26 dólares), él no compite por dinero, lo hace por pasión y, según dice, lo seguirá haciendo hasta que el cuerpo lo permita.

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